Recuerdo en cierta ocasión, que me propuse escribir un artículo, más o menos extenso, en el cual no dijese absolutamente
nada... y así lo hice... Pues esto es algo por el estilo, esta vez sí que quiero decir cosas, sí que quiero hablar y contaros algo interesante, pero no sé, se ve que estoy algo espeso, porque no me sale nada, no aclaro mi cabecilla para narrar algo de lo mucho que me pasa y de lo demasiado que pienso. Es como tener el vaso y no tener nada con qué llenarlo.
Otra razón para empezar este artículo (un tanto rayante, sí...) es que me debo a mis fans (jajaja) y si ellos me piden actualizar el blog, pues ea, yo actualizo, y tan contentos todos.
Bueno, así hablando hablando, en un día como hoy, en el que se supone que celebramos que somos un país constitucional y esas cosas, me viene a la cabeza lo acaecido en mi centro de trabajo, pero no hablaré de ello... ya todos sabéis qué pasó... Igual no tiene que ver con la constitución... ¡o mira!, igual sí:
Creo, no estoy muy seguro, que en la Constitución dice algo sobre la libertad de elección religiosa y la libertad de expresar mi confesionalidad...
Bueno, ya el resto se conoce, no comentaré un acto tan incomprensible aquí, ya que puede herir la sensibilidad del espectador... el que quiera más datos sobre el asunto, que me pregunte, me deje su email y en privado le cuento... o si prefiere la otra versión del tema, que se acerque a mi cole y pregunte en dirección... sois libres de aceptar una u otra versión.
Cambiando radicalmente de asunto, o no tanto, os diré a todos los que me rodeáis, que os agradezco el haberme soportado en estas últimas semanas. Me habéis escuchado cuando lo necesitaba, y no pedía más que eso. Sinceramente, muchas gracias.
PD: no quería despedirme sin plasmar un chapupensamiento...
Si sabes que te quiero y no haces nada, y yo no hago nada porque te quiero...
¿por qué tengo que quererte?